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Cómo ¿superé? el síndrome del impostor

Cómo lo conté en mi post “Yo no sabía que no sabía” (te lo recomiendo para que tengas el cuento completo), el síndrome del impostor me alcanzó y yo no alcancé ni a correr para huirle, ni siquiera noté cuando llegó a mi vida. Estaba tan convencida de que todo lo que había vivido era una mentira y hasta ahora lo estaba descubriendo. Me sentí muy mal por muchos días, claramente veía que tenía que empezar de cero para poder al menos sobrevivir en un mundo tan feroz que no conocía.

Tenía un trabajo remoto en Estados Unidos pero no era suficiente para mí, luego encontré “la oportunidad” de mi vida en un trabajo donde ganaría mucho más dinero pero debía dar el 200% de todo aquello que creía conocer así que lo acepté y me lancé, pero ya había algo dentro de mi que no me estaba permitiendo ver más allá, tenía un gran reto entre mis manos pero me sentía cada vez más inútil y opacada por los comentarios y las balas que seguían cruzándome cada día.

Me rendí, solté ese reto y le di la espalda a todo.

Entonces me puse a estudiar sin medida, día y noche empezando de cero, sintiendo y todavía pensando que yo no sabía programar y que estaba brotando de la nada algo nuevo, al mismo tiempo estaba buscando trabajo nuevamente pero tenía mucho miedo de no ser suficiente, no lograrlo o peor aún: ser una impostora donde me llegaran a contratar.

Finalmente empecé a estudiar y entre una cosa y otra encontré un trabajo, el pago era 4 veces menos de lo que recibí la última vez, las exigencias eran demasiadas y en el fondo eso era lo que creía que merecía, toda mi confianza en mí y mis capacidades se habían esfumado por completo y estaba resignada a trabajar casi 12 horas diarias por un pago nefasto y con miedo de no merecerlo.

Eso no funcionó, en realidad fue mucho peor de lo que parecía al principio, duré 16 días trabajando en ese lugar pero algo en mi pudo despertar y entender que yo era más que eso y estaba en la obligación de perseguir lo que en verdad merecía.

Hice muchos intentos, pruebas técnicas, no pasaba en ningún lado porque estaba dependiendo de que alguien más me ayudara, estaba aplicando a cargos que no eran mi dominio, ni siquiera de mi interés y había abandonado toda la experiencia que ya tenía de antes porque creía que eso no servía para nada.

Un día la magia ocurrió, pero en realidad no fue magia, apliqué en silencio a un único lugar donde se requería todo lo que yo antes había usado así que me reté a mí misma, silencié todas las voces fuera de mi y me concentré en la voz de mi mente. Hice la prueba, logré el trabajo, por supuesto mejoró mis ingresos pero lo más importante es que volví a sentirme útil.

Entendí que a veces el ego de los demás perturba demasiado, pero el primer error es subirle el volumen a las voces ajenas y silenciar la tuya.

Lo siguiente que aprendí es que muchas veces las personas son más ego que talento o conocimiento, no creas sólo en lo que pregonan pues lo que realmente vale es lo que hacen por sí mismos y los demás. Enseñar sin esperar nada a cambio, apoyar y ser escalera para que los demás suban también. A veces los impostores son ellos.

No te sientas mal por no saberlo todo, mejor profundiza en algo y sé el mejor en lo que te gusta y te apasiona. No hay un conocimiento único que funcione, todo funciona si lo haces por las razones correctas.

Haz cosas, construye, rompe, repara, hazlo todo para ti y luego para ayudar a crecer a los demás.

Tu conocimiento vale mucho, no importa si eres programador o zapatero, si lo haces con pasión y amor profundo serás el mejor zapatero del mundo o el programador más experimentado y no importa si tus mejores zapatos son los clásicos o tu lenguaje de programación no es tan popular. Serás bueno y eso es lo que importa, siempre habrá un lugar para ti.

El final de la historia es que conocí un mundo nuevo y empecé de cero nuevamente a trabajar por un giro en mi carrera (esta vez fue por voluntad propia), nada fácil pero con el panorama muchísimo más claro, convertí todos esos momentos en experiencias y aprendizajes. Logré hacer el cambio y estoy agradecida viviendo una meta que me planteé, por la que me esforcé en medio de otra lucha difícil (fue casi a muerte, luego se las contaré) y aquí estoy.

Nunca dejes de creer en tu talento.

Me rendí, solté ese reto y le di la espalda a todo pero esta historia tiene un final feliz.